miércoles, 26 de marzo de 2008

¿Cómo influyen en nosotros la gente que amamos? ¿Cuando nos dejan? ¿Cuando no nos podemos desenganchar? ¿Qué pasa?

Hoy ha sido un día raro. He terminado "La Canción del Mirlo" y he visto un capitulo de Mujeres Desesperadas (típico entre acto entre temporadas) que me ha dejado omnibulada entre tribulaciones varias.

Yo no tuve padre. Al menos no en el sentido más católico de la palabra. Mi madre era soltera y mi padre fue un satélite que está, al que quiero mucho pero no siento como carne de mi carne. ¿Cómo afecta esto a mi? ¿A mi carácter? ¿A las relaciones que llevo?

El hijo siente un afecto natural hacia la madre y la hija hacia el padre, luego este afecto se estabiliza, llegando una edad en la que se busca el intimismo con el progenitor del mismo sexo.

Pero, teniendo en cuenta todos los tipos de familias que existes, ¿cómo afecta esto al hijo?

¿O no afecta?

Sin embargo, una vez que crecemos, es curioso comprobar como aquello que buscamos en la pareja, es todo lo que no nos dio nuestra madre: ¿que nos sentíamos poco escuchados? Queremos alguien que sólo tenga orejas para nosotros.

¿Y si no tenemos madre? ¿Viviremos en el eterno miedo de la ausencia?

Además, el buscar algo que se asemeje a una estabilidad como la paterna, ¿no nos predispone a comernos "cualquier cosa"? Es decir, no me extraña que luego existan parejas que se creen por "rutina". Al igual que hay padres que se soportan por rutina.

Después de comprobar que somos sólo el subproducto de nuestro núcleo familiar, ¿que hay de nosotros en ello? ¿Existe realmente libertad a la hora de elegir pareja, familia, hogar?

Abruma.

Abruma pensar que algo tan intimo como con quien voy a compartir el resto de mi vida esté coaccionado por tantos estragos externos.

No voy a hablar aquí ya de las neuras internas.

La opresión del "qué diran". El "no voy a encontrar a nadie más que me quiera". O cualquiera de esas cosas que pasan por nuestras cabezas. O la simple negación. A veces nos negamos a ver lo que está delante de nuestros ojos. Simple. Tan simple como es la vida humana.


Mi padre olía a tabaco y a colonia That Men y tenía esos guapos de chico normal que tira para atrás. El Canto del Mirlo