miércoles, 14 de mayo de 2014

Grey Literature



Let’s start with the question I listen the most about this theme: What’s Grey Literature?


This innocent question hides more than it looks: not only ink’s rivers were poured trying to answer it, if not, once we know the answer, the new technologies becomes and broke the whole picture.


We can see it defined as “those how wasn’t by normal channels of edition”, but this definition missed shades about what are they about, and about scale we need for define what is or what is not. I mean: supermarket pamphlets aren't in the normal channels of distribution and could interest both consumers that need to know about offers as sociologists or artists. Why not? Nevertheless, I really doubt about any scholar does not cry out for this impudence.


Also there are definitions that mix Grey Literature with Ephemeral Literature, even if the life span of a “Capital of the Culture” diptych is lesser than the information in a preprint about archaeology. Here we can use the “colour” as a temporary mark, I mean: a state of the articles between the drawer (or PC, but is more romantic thinking that we still use a typewriter and we keep in our drawers) and the published magazine.


Taking colour as a timing state could be a really good solution if we hadn’t articles in this limbo forever, because of the digital magazines without ISSN (oh terrible Creative Commons!) and documents that don’t have any aspiration of being published, as the theses, but they are valid and accessible.


About this entire subject, I want to quote the division made by Sardelli in 1993, who divided all that is not “fiction” or “no-fiction” in five groups named “non conventional literature”


1. Ephemeral publication: Those who appear and disappear like the sunrise: in a sigh. They use to be related with a specific event, so they usually to be printed and delivered few before the event and, when finish, they lose their importance. Good examples are flyers or promotional posters.


2. Minor publication: Those who are “not-so-ephemeral”, due to the information they hold. For example, a temporary exposition brochure in the Prado Museum: in one hand its lifespan is longer because is not related to an event, and in the other, the information held could be relevant, besides the event.


3. Grey Literature: “Documentation of scholar, institutional or productive activities”. For some reason, is out the time space.


4. Official publication: As its name shows, those produced by governments during its activity, in the relationship between itself and with its citizens.


5. Minority literature: The direct definition is “document with a literary nature, destined to a specific public target that could be also consider special”. In a stroke, he put in the same notion: piano scores, Braille novels and stapled punk fanzines. I didn't see this proper enough, because is the same "sac" of “all I don’t know where to put it, I just let here and... and we will do it another day”.


A first sight, we see start definitions are generated around the lifespan; while the others, their links are the producers. All the five definitions only have a single common feature: all are not published by commercial editors. They don’t have any profit spirit.


Nevertheless, we can see that the grey literature stay well set: he doesn’t speak about producers, neither distribution channels, only sets that information has to come from “scholar, institutional or productive activity”. I mean: a preprint, a thesis, an annual rapport...  Maybe we have to distinguish well what means “institutional”: Is the tracing paper of an official document a proper Official Publication or Grey Literature? Or "institutional" is a reference related to institutions no-dependents from the Government with an investigation inclination as the CSIC?


I’m going to the point - the grey literature has to:


1) Come from the investigation

2) Not be published



Wait, what? If it wouldn't be publishing, why worry about? I mean, if a prestigious publication doesn’t show any interest at publish it: Doesn’t mean that the document is worthless?


What an interesting question! Let’s solve it in the next post.

Bibliography

FUENTES ROMERO, J. J. (2003). Materiales efímeros y publicaciones menores en la sección de temas locales. Boletín de la Asociación Andaluza de Bibliotecarios (72), 17-37.

MARTÍN VEGA, A. ([1995]). La literatura gris. En A. Martín Vega, Fuentes de información general (págs. 163-220). Gijon: Trea.

SARDELLI, Alessandro. Le publicazioni menori e non convenzionali. Guida alla gestione. Milano:Editrice Bibliografica, 1993. Cfr. Fuentes Romero, 2003, págs. 22-23. 

[Translation of my post at Biblogtecarios]

sábado, 3 de mayo de 2014

No me abandones



Es como volver al útero materno. Estoy rodeada de agua y me siento, al fin, en paz. Al principio es como si el mundo se te viniera abajo: todo se vuelve negro y rojo. Pero ahora sólo hay una inmensa paz. Y tú estás llorando. Lloras por tu vida. Por nuestra vida juntos. Cómo un bebé. Pero esto, esto tenía que acabar. De una forma u otra. Tenía que acabar. Tú no querías que me fuera y yo, en verdad, no quería irme: ¿a dónde habría ido? Eres mi todo y yo soy tu todo: un pequeño universo de odio y rabia. Construido a base de silencios agresivos y de sueños rotos. Pero, por favor, deja de llorar y aplaude. El show se acaba, el telón está bajando y hemos realizado un gran final. Por todo lo alto. ¿Escuchas las sirenas de los coches de policía? Deberías dejar de llorar tanto, inútil más que inútil, y comenzar a recoger todo esto. Los platos rotos. La estantería que me has tratado de tirar encima. El cuchillo que te he hundido en las costillas.  La sangre que ha salpicado por toda la casa. Los sesos que habré dejado pegado en ese bloque de hormigón que recogimos cuando aún nos queríamos, no teníamos dinero y decorábamos la casa con cosas que encontrábamos por la calle.  El que quedaba tan moderno con la colección de  vinilos que te tiré ayer por la ventana. Cómo te digo: un final espectacular. Esa guinda de ahogarme mientras estaba inconsciente ha sido de película: con la piedra en el pecho y mis pelos flotando. Y ahora lloras, nunca tuviste lo que hay que tener para hacer lo que había que hacer y nunca lo tendrás.

Inspirado por: Breezeblocks - alt-J

jueves, 1 de mayo de 2014

Muros



Sonríes: no hay que trabajar y huele a café. Te devuelvo la sonrisa. Caminas meneado las caderas de forma exagerada: me lanzas un beso y el sujetador. Alzo mi mano para tocarte y acaricio el aire. Te ríes. No sé si de mí o de la situación. Me invitas a subir a la cama. Te observo desde el sofá: eres tan bonita. Tus pechos perfectos, tu vello del pubis, tu tatuaje con mis iniciales. La tengo tan dura que es estúpido estar con las piernas cruzadas. Te das cuenta de que estoy grabando y me tiras un cojín. La cámara se me cae de las manos y comienza a grabar la alfombra. Ya sólo se escuchan risas y gemidos entrelazados. 


Ahora estas cocinando algo en un camping gas: se ha ido la luz y hay velas por todos lados. Tu pelo cae y no me deja ver tu cara. Sin pensar te lo pones tras la oreja. No llevas nada: sólo tu perfume y los pezones erizados. Dejo la cámara encima de la mesa y te abrazo por detrás hundiendo mi nariz en tu pelo y mi erección en tus nalgas. Te giras riendo y me empujas. Estas intentando tomarte la cocina en serio pero sé como acaba la historia: con sopa quemada y con nosotros fuera de plano follando como si no hubiera un mañana.


Siempre terminamos así. Sobre todo cuando tengo la cámara: creo que te excita. Tengo toda una colección de videos donde sales desnuda, sudada, encima, debajo, tragándotelo todo, tirándomelo al pecho. Me paso los días con un hormigueo en la entrepierna y contando las horas que quedan para verte. 


Para llegar a casa, apagar las luces y proyectarte en los muros. Tiré los libros y los cuadros para dejar las paredes tan desnudas como tú. Ahí bailas, cocinas, cantas, te arreglas,… vives. 

Inspired by: Tus ojos color sol - Calle 13 feat. Silvio Rodriguez

martes, 26 de enero de 2010

Aburrimiento

No sé si será algo innato al ser humano, pero siempre he vivido con la sensación de andar perdiéndome algo. Quizá sea la profusión de cultura a la que estamos expuestos: películas, libros, series, videojuegos,... No digo que en la Edad Media no tuvieran sueños y pensaran que la vida debía ofrecerle más de lo que les daba. Pero claro, ellos no conocían la ciencia ficción, ni suspiraban por poder ir en la Enterprise en busca de nuevas civilizaciones.

Vale, ando divagando, pero claro, en dos horas de grabación la realidad de los Lords of Downtown suena mucho más divertida que si tuviéramos que meternos el tostón de ir a clase o lo mal que lo pasaban trabajando. En unas seiscientas páginas donde no existen expresiones como “ir al baño”, las violaciones sólo se intuyen y los tipos de más de cuarenta satisfacen a jovencillas apenas salidas de la pubertad, te vas planteando por qué no has estudiado periodismo y qué haces perdiendo el tiempo en Madrid pudiendo estar en Estocolmo. Incluso las producciones más indis de los comics más underground de lo más profundo de los Estados Unidos parecen tener mejores historias que nuestra rutina de trabajo, fiesta y siesta.

Cambio dos minutos de youtube por mi vida. Y no por ser famosa, si no por que quizás parezca lo más interesante de mi vida.

lunes, 18 de mayo de 2009

Sin sexo



Ayer los policías papales llamaron a mi puerta. ¿Tendría el volumen de la televisión muy alto?

- ¿Usted es…- Miró en sus papeles.- Eva del Prat?-
- Sí. ¿Algún problema?- Traté de parecer lo más encantadora posible.
-¿Soltera?-
-Sí…- Esa pregunta me descolocó un poco, ¿para qué querrían saber si era soltera?
-Síganos.-

Y cuando un policía papal te dice “sígueme”, tú le sigues. Me metieron en un coche y nos dirigimos al hospital. Un momento… ¿Al hospital!

-Perdonen- Les indiqué.- Me encuentro perfectamente. Pueden parar aquí y me voy por mi propio pie, no hay problema.-

Me ignoraron.

Pararon en la puerta y me indicaron que bajara. Fuera del hospital me esperaba una enfermera que me sentó en una destartalada silla de ruedas.

-¡Hola!- Estaba macabramente alegre. De esos excesos de alegría que no presagiaban nada bueno.

A pesar de su aspecto menudo y delicado, tenía la suficiente fuerza como para arrastrarme por todo el hospital.

Al cabo de un rato de pasar pasillos, ascensores y puertas, me atreví a preguntar.

-Perdone, ¿qué me van hacer? Creo que estoy bastante sana… Paso con las más altas puntuaciones la revisión de Calidad G del Papado.
-¡Oh! ¡Tranquila! ¡No tiene que ver con nada de eso! Pero te aseguro que no dolerá.- No le vi la cara, pero podría jurar que sonrió.

Parecía que nadie iba a resolverme las dudas.

Me llevó a una sala totalmente aséptica, llena de complicados aparatos médicos con una cama de observaciones en el centro. La luz blanca que surgía como de las esquinas de las paredes, reflejaba en los azulejos dándole un aspecto casi celestial. O polar. O de un cielo muy frío. De un cielo helado realmente inquietante.

De entre todos los aparatos surgió un doctor, largo como un día sin pan. Me tomó la tensión, me midió el pulso, me hizo pruebas de reflejos y me sacó sangre. Todo ello sin apenas mirarme, como si no tuviera conciencia de que yo fuese un ser humano.

-¿Eres alérgica a la anestesia?- Sus ojos glaucos me miraron largamente.
-Nunca me han operado. ¿Me van a operar?- El pánico se coló en mis palabras.

El médico meditó.

-Mmm… reza para no serlo.-

Y me dejó en la sala con las lágrimas bailándome en los ojos.

-¡Desnúdese!- Cantó la enfermera alegremente sobresaltándome. Un pijama de hospital me dio en el rostro, probablemente en su euforia me lo había tirado, esperando que lo hubiese recogido en un acto de reflejos gatuno.

Me miró y como no reaccionaba (me limité a mirarla de hito en hito), su expresión se volvió impaciente.

-¡Vamos! ¡Qué no tenemos toda la noche!

Y me empezó a desnudar de manera histérica: mi camisa voló por la ventana, los vaqueros se quedaron enganchados en una de esas extrañas máquinas hospitalarias y mi ropa interior quedó repartida por las esquinas de la habitación.

Me metió el pijama casi arrancándome la cabeza y me tomó de la mano. Tiró de mí por los pasillos, mientras apenas conseguí mantener su ritmo.

-¡Vamos! ¡Vamos!
-Estoy descalza.- Me quejé.- Es poco higiénico.
-¡Tonterias!- Y me empujó dentro de lo que parecía una sala de operaciones donde otra alegre enfermera le cogió el relevo y me guió hasta la cama.
-Pero… pero…- Traté de quejarme, pero apenas salían las palabras de mi boca.

De todas formas, las personas de las sala comenzaron a moverse alrededor mía sin percatarse de mi presencia. El anestesista se acercó a mí y me colocó una mascarilla de gas en la cara. Una de las enfermeras, en ese momento no podía distinguir entre la que me arrastró por el hospital o la de la sala, volvió trayendo una caja negra. En su interior, tras una tapa de cristal y encima de un lecho de terciopelo, había muchas cruces pequeñitas de distintos colores.

-¿Cuál quieres?
-La… negra y roja…- Susurré medio dormida.

Desperté al cabo de horas, creo. En una sala diferente, llena de camas de hospital vacías. A mi lado estaba el doctor pesimista de los ojos verdes. Me dio la impresión de que llevaba mucho tiempo a mi lado.

-Al final no resultaste alérgica a la anestesia.
-¿Qué me han hecho?- Pregunté nerviosa.
-Míralo tú misma.

Dirigió un espejo a mis partes más íntimas: mis labios interiores estaban cosidos y no tenía clítoris. En su lugar estaba la cruz que había elegido.

Desvié mi mirada atónita al médico, esperando respuestas de su inexpresivo rostro.

-Acabas de entrar en el Programa C del Gran y Divino Gobierno.- En sus labios dichos adjetivos sonaban como un insulto.- Básicamente, eso que ves que te han hecho. Aquí tienes el manual de higiene.- Me pasó un librillo con una portada de alegres colores cuyo título rezaba: “Cómo cuidar mis genitales ahora que han sido bendecidos”.
-¿Por qué?- Gemí.
-Eres soltera, ¿no? Cuando te cases te lo quitaran, es para preservar la pureza del alma y etcétera etcétera. Esperamos que haya tenido una buena operación, blablabla, y ya se puede ir a casa.- Soltó monótonamente, sin emoción. Sin si quiera un pequeño rastro de cinismo.
-¿Y el post operatorio?- Inquirí
-No tiene. Adios.

Volví a casa pensando. Nada de sexo hasta… buff. Perfecto. Sencillamente, perfecto.

El Gran y Divino Gobierno se había pasado. Vale que se hubieran declarado amos y señores espirituales y materiales de los seres humanos; vale, que hubieran puesto la asistencia a los ritos religiosos so pena de muerte; vale, que haya toque de queda; vale, que erradicaran el tabaco, el alcohol y las demás drogas; vale que no puedas hacer ruidos por las noches (te avisan una vez, a la siguiente los propios guardias papales quitan la música, previo asesinato). ¡Pero que nos quiten el sexo prematrimonial va en contra de cualquier concepción lógica de la vida y el universo! ¡Es una violación a nuestros derechos!

La vida acababa de perder todo sentido.

Al llegar a casa con estos funestos pensamientos en la cabeza, fui directa al baño. Llené la bañera de agua caliente y cogí las cuchillas de afeitar de mi pareja. Las apreté sobre mis venas.

“Si al menos me hubieran dejado el clítoris… ahora podría masturbarme”, pensé.

-Cariño… ¡Qué haces!- Mi pareja entró en baño, sorprendiéndome a punto de quitarme la vida.
-Suicidarme un poco y tal. Me han quitado los genitales.
-¡Ah! Traía la misma idea. Me han circuncidado mucho.
-¿Mucho?
-Sí.

Se bajó los pantalones y me mostró como, aparte de quitarle el prepucio que cubría el glande, le habían extraído un par de centímetros más.

-¡Qué horror!- Exclamé asqueada.
-Sí, duele. Me han asegurado que me volverán a injertar la piel cuando me case.
-A mi igual.

Silencio.

Suspiros.

-¿Nos casamos?- Me miró con ojillos de cachorro abandonado.

Hice una mueca a medio camino entre el horror y la incredulidad.

-¡NO!

Suspiros.

Silencio.

Y el chop chop del agua entre mis piernas.

-¿Me la chupas un poco?

Lo miré indignada y comencé a cortar mis venas con saña tras semejante proposición.

-Eso es un no, ¿verdad?- El chaval nunca había destacado por ser una persona avispada.
-Tómatelo como quieras, vida.- Dije entre dientes.

Y recé para que no practicara necrofilia con mi cadáver.