sábado, 3 de mayo de 2014

No me abandones



Es como volver al útero materno. Estoy rodeada de agua y me siento, al fin, en paz. Al principio es como si el mundo se te viniera abajo: todo se vuelve negro y rojo. Pero ahora sólo hay una inmensa paz. Y tú estás llorando. Lloras por tu vida. Por nuestra vida juntos. Cómo un bebé. Pero esto, esto tenía que acabar. De una forma u otra. Tenía que acabar. Tú no querías que me fuera y yo, en verdad, no quería irme: ¿a dónde habría ido? Eres mi todo y yo soy tu todo: un pequeño universo de odio y rabia. Construido a base de silencios agresivos y de sueños rotos. Pero, por favor, deja de llorar y aplaude. El show se acaba, el telón está bajando y hemos realizado un gran final. Por todo lo alto. ¿Escuchas las sirenas de los coches de policía? Deberías dejar de llorar tanto, inútil más que inútil, y comenzar a recoger todo esto. Los platos rotos. La estantería que me has tratado de tirar encima. El cuchillo que te he hundido en las costillas.  La sangre que ha salpicado por toda la casa. Los sesos que habré dejado pegado en ese bloque de hormigón que recogimos cuando aún nos queríamos, no teníamos dinero y decorábamos la casa con cosas que encontrábamos por la calle.  El que quedaba tan moderno con la colección de  vinilos que te tiré ayer por la ventana. Cómo te digo: un final espectacular. Esa guinda de ahogarme mientras estaba inconsciente ha sido de película: con la piedra en el pecho y mis pelos flotando. Y ahora lloras, nunca tuviste lo que hay que tener para hacer lo que había que hacer y nunca lo tendrás.

Inspirado por: Breezeblocks - alt-J