No sé si será algo innato al ser humano, pero siempre he vivido con la sensación de andar perdiéndome algo. Quizá sea la profusión de cultura a la que estamos expuestos: películas, libros, series, videojuegos,... No digo que en la Edad Media no tuvieran sueños y pensaran que la vida debía ofrecerle más de lo que les daba. Pero claro, ellos no conocían la ciencia ficción, ni suspiraban por poder ir en la Enterprise en busca de nuevas civilizaciones.
Vale, ando divagando, pero claro, en dos horas de grabación la realidad de los Lords of Downtown suena mucho más divertida que si tuviéramos que meternos el tostón de ir a clase o lo mal que lo pasaban trabajando. En unas seiscientas páginas donde no existen expresiones como “ir al baño”, las violaciones sólo se intuyen y los tipos de más de cuarenta satisfacen a jovencillas apenas salidas de la pubertad, te vas planteando por qué no has estudiado periodismo y qué haces perdiendo el tiempo en Madrid pudiendo estar en Estocolmo. Incluso las producciones más indis de los comics más underground de lo más profundo de los Estados Unidos parecen tener mejores historias que nuestra rutina de trabajo, fiesta y siesta.
Cambio dos minutos de youtube por mi vida. Y no por ser famosa, si no por que quizás parezca lo más interesante de mi vida.