sábado, 12 de abril de 2008

Consciencia

¿Cuantas veces has perdido la consciencia? ¿Cuantas veces te han quitado trozos de tu vida que no sabes que ha pasado? Sólo puedes tener una reconstrucción inexacta por lo que presupones.

En mi corta existencia (al menos quiero pensar que viviré 100 años, aunque a este ritmo...) llevo unas cuatro.

Las tres primeras derivaron de un accidente de bicicleta hace ya un año.

Es raro eso de perder la consciencia. Abrí los ojos y no vi mi cuarto, solo el azul enorme y brillante del cielo. ¿Donde estoy? Es como levantarte de una gran resaca, no sabes como cojones has llegado a la cama y te interrogas: qué pasó anoche. Sólo que aún más bizarro: es de día y estas en la calle, puedes sentir el asfalto bajo tu cuerpo. De echo puedes sentirlo demasiado. ¿Y por qué tienes la mochila bajo la cabeza?

"Hoy es lunes" un buen principio de una línea argumental. "y los lunes voy a trabajar al INIST. Y salgo a las cinco. Cojo mi bicicleta y me voy a casa... ¡ah! Hoy fui por la carretera pero los coches me volvían inestable y quise subir a la acera y..." Y. Y punto. Y abrí los ojos y estaba tirada en la acera con mi mochila bajo la cabeza y franceses que me decían que no me preocupara "ma cherie".

Entonces pasé de llorar de incompresión a llorar de frustración.

La siguiente fue por culpa de una anestesia que me pusieron en el brazo, al día siguiente, antes de entrar a quirófano. Los músculos comenzaron a moverse de manera involuntaria, dolían y... cuando abrí los ojos habían pasado unos 20 minutos. La totalidad de mi brazo desde aproximadamente el hombro a la punta de los dedos estaba totalmente muerta. Es muy desagradable no sentir que tienes brazo, pero notar que "está ahí".

Me atreví a tocarme la clavícula y saber que había pasado. Comencé desde el cuello: hueso, hueso, hueso, ¿um? ¿donde estaba?, hueso.

Estar bocaarriba con un brazo muerto me dio tiempo para pensar. Pensar en mis fallos: ¿cómo podía haber sido tan mema de no calcular distancias? ¿Cómo podía no llevar casco? ¿Cómo podía habérmela jugado todos los días en un puerto de montaña con una bicicleta casi sin frenos? Dios mio...

Me pasaron a quirófano. Y ahí ya fue la última de esta serie. Ya había pasado otra vez por quirófano antes, pero con anestesia local. Una experiencia poco agradable de ablación de ramas (o creo que así es el nombre técnico). Básicamente, es meterte cuatro catéteres por la vena femoral, (recuerdo el roce que hacían al pasar con el hueso de la cadera) hasta el corazón e ir viendo que es lo que te provoca la arritmia, para sí poder cortar el ramal eléctrico.

La primera vez que he pensado que me moría. No en el sentido: ¡oh que ineptos, me muero! Si no en el de llegar más allá de ciertas posibilidades físicas. En el que me han echo estar al borde del infarto. A quienes piensen que exagero, cuando te ponen el corazón a cuarenta pulsaciones por segundo, el aire comienza a escasear, cada bocanada comienza a ser un reto. El corazón comienza a doler y por alguna extraña razón a tirar del cuello, como si una mano de acero de alargadas uñas se te enganchara y comenzara a jalar. El dolor es tan inmenso que te produce nauseas.

Recuerdo que miré a los médicos y les dije: "Me siento mal". Y ellos: "Sí, sí, pero no pasa nada, está todo controlado" Y luego fueron subiéndome lentamente a ochenta.

Curiosamente, después de haber estado como dos horas entre 125 y 150 pulsaciones, pensé que bajar iba a ser agradable.

Pero bueno, a lo que iba. La anestesia local y la sedación te producen atontamiento. Pero nada como la anestesia. Que te pongan la mascarilla y vayas notando como te vas durmiendo contra tu voluntad. Mi impresión era que me ahogaba. Trataba con gestos vanos y torpes quitármela de la cara, pero nada. A dormir.

Cuando desperté, fue como fumarse un par de petardos. Comencé a reir sin saber bien por qué, pero me sentía muy bien y contenta. Esa es la mejor parte.

Aunque para nada, ni punto de comparación, la "mierda" que metieron en el Hospital de Cádiz para sacarme los clavos. Es la meeeeeejor sedación que recuerdo. De echo, me encantaría saber que era para volver a probarla. ¡Dios mio! Estaba deslenguada, risueña, adormilada, contenta. Fue genial. Y todo eso mientras tenía el hombro abierto y me sacaban clavos. La mejor mierda, sí señor.

Pero vamos, eso no fue perder la consciencia. Fue estar colocada. La ultima vez fue hace dos semanas: choque frontal contra un tipo. Por que soy así de... tonta, gilipollas, idiota, marimacho, petarda,... Da igual el adjetivo. La cosa es que le reté y terminamos pegándonos un chocazo frontal.

Él no se hizo nada. Yo caí de lado y me volvía golpear la cabeza, el codo, la cadera.

Los que lo vieron desde fuera, me contaron que yo misma me levanté y me llevé las manos a la cabeza, comenzando a quejarme del dolor.

Para mi, los recuerdos acaban unos segundos antes del choque y vuelven, confusos, abrazada de manera existencialista al pecho de Xillao.

Todo fue caos. Luego, no me acordaba de nada, todo era como un sueño extraño del que poco a poco las nueves de inconsciencia se iban apartando. Pero, lo más agobiante es que no recordaba que hacía al día siguiente. Sólo percibía cosas: Xilli como seguridad, un tipo que me había estado tirando los tejos toda la noche (o así parecía), miedo. El resto, que andaba en una neutralidad absoluta, ni si quiera fui consciente de que estuviesen cerca.

Vivir, sin saber que ha pasado ni qué pasara.

Un poquito agobiante.

Al final, empecé ha hablar y a atar cabos. La mente se me fue despertando.

El punto final fue acabar en urgencias, consolando a una mujer que estaba peor que yo y con dos médicos guasones:

- Si te aburres, ¿por qué no haces yoga?

- ¡Te pareces a Angelina Jolie! Sólo te hace falta que encuentres a otro que se choque contigo por el otro lado.

Aunque terminar en casa de Xillao, con Denis, hielo y seis canarios, tampoco tiene precio.