miércoles, 19 de diciembre de 2007




Es un sótano o algo así. Esta apenas iluminado por unos escasos cirios mal repartidos por la estancia.

En ella hay dos personas: una mujer vestida con un corsé de cuero rojo, botas y guantes muy largos y el pelo suelto. Y un hombre totalmente desnudo, excepto por un gran collar de cuero con una argolla a un lado. Ambos apenas superan la treintena.

Ella esta enfrente de él, que le tiende dócilmente las manos para que ella le ponga unos grilletes.

-Te quiero.- Dice él. Ella alza una ceja sin levantar la vista de lo que esta haciendo.- Te quiero mucho, estoy enamorado de ti.-

-Hmmm… - Responde ella sin mucho entusiasmo. Le hace levantar las manos y sujeta los grilletes a una cadena que esta unida a una serie de poleas. Se aleja del hombre a la pared, a ajustar la altura.

Él la mira muy triste, pero resignado. Resignado a lo que va a venir, resignado a su violencia, a sus silencios, a sus desprecios.

-No sé, -continua- es desconcertante para mi tu forma de ver la vida, el amor,… todo. Pero hay algo de ti que me vuelve loco. Por eso dejo que me hagas lo que me haces. Lo hago por amor, por ti, para que disfrutes… aunque no entiendo que placer te puede provocar esto.-

Ella lo ha alzado hasta que apenas toca el suelo con la punta de sus dedos. Coge un cirio y va al fondo, donde hay una estantería con diversos instrumentos de tortura. Elige un látigo y lo chasca. Él suspira. Prueba con otro. Ese parece que le complace más.

-A veces me pregunto que es lo que me gusta de ti, para anularlo y poder abandonarlo. Pero no lo encuentro. Ayer fue mi tercera sesión de psiquiatra… Estoy en terapia, ¿sabes? Dudo mucho sobre mi salud mental si estoy dejándome embaucar para tus juegos macabros, pero todavía no le hablé de ti. En cierto modo no quiero oir lo que me va a decir… - Pierde el aire en medio de la frase, ella le ha dado un latigazo. Su cuerpo se ha balanceado hacia delante y le cuesta tomar pie. Las muñecas se resienten. Da igual cuantas veces haya estado en esta posición, siempre duele como la primera vez. Tose un poco.- Me va ha decir que te deje, que no te vea más.- Segundo latigazo, aprieta los dientes.- Pero no quiero dejarte, estoy enganchado a ti.- Tercero, más fuerte, el que no muestre signos de dolor y siga con su soliloquio la esta poniendo furiosa.- Estoy enganchado a ti porque… - baja la voz.- te amo.-

-Yo a ti no, si no, no te trataría tan mal…- Sonríe abiertamente mientras pronuncia estas palabras, relamiéndose por el efecto que van a tener.

Él gira la cabeza y la mira de reojo, asomándose por el hueco de la axila. Tiene un punto de ironía en sus ojos.

-¿Quien te ha dicho que los sentimientos son recíprocos? Yo te amo y con eso me basta. Tú puedes hacer lo que quieras pero el amor que siento por ti no me lo puedes quitar.-

Ella se muerde los labios, no era eso lo que esperaba. Le golpea con una furia desconocida, mientras él recibe el castigo con una sonrisa.