miércoles, 5 de marzo de 2008

Afeitandose

Tardo en afeitarme quince minutos, menos una vez que tardé tres años.

Realmente, para mi fue como siempre: crear mi pozillo de agua, comenzar eliminando la gran pelambrera con la maquinilla eléctrica y luego darle un toque con los cabezales redondos. Arreglar patillas y aftershave.

Pero cuando salí del baño y fui a besar a mi mujer que cocinaba unas papas en blanco, esta pegó un respingo y se llevó la mano al corazón.

Pálida, me tocó con las manos mientras musitaba a media voz: "Pépe... estás aquí..."

En ese momento su reacción me pareció exagerada. Pero cuando me explicó mi ausencia, entendí ese extraño episodio que le ocurrió a mi padre cuando fue a por tabaco y tardó siete años en volver.