viernes, 7 de marzo de 2008

Tres

Sonaron tres detonaciones. Él me miro con cara de no entender nada y calló al suelo.

Me quedé inmóvil. Quieta. Sin oír, sin ver. Sin sentir.

Hacía un segundos, nuestra hija saltaba delante nuestra porque íbamos al parque, y ahora él estaba en el suelo, con tres agujeros.

Dicen, que cuando mueres, tu vida pasa por delante de tus ojos. Pero nunca dicen que si ves morir a alguien con el que has compartido casi la mitad de tu vida y una genética en forma de hija, es SU vida la que pasa delante de TUS ojos.

Al principio era sólo un chorro de fotografías y vídeos de 8mm, luego, a la altura de la universidad, nuestros primeros encuentros, las manifestaciones,... se volvió technicolor. El nacimiento de nuestra hija fue calidad dvd. Los últimos segundos fueron como si acabaran de ocurrir.

Dentro, estaba vivo. Salió y se murió. Así de simple. Así de estúpido.